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ES UN MONSTRUO GRANDE Y PISA FUERTE: ¿QUÉ PASA CON LOS MEDIOS EN NUESTRO PAÍS?

Por La Mosquitera
3/1/2018

“Más si decir la palabra verdadera, que es trabajo, que es praxis, es transformar el mundo, decirla no es privilegio de algunos hombres, sino derecho de todos los hombres.

La existencia, en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni tampoco nutrirse de falsas palabras sino de palabras verdaderas con las cuales los hombres transforman el mundo. Existir, humanamente, es “pronunciar” el mundo, es transformarlo.” Paulo Freire

Por Analía Millán

Cada día vivimos una realidad, llevamos adelante diversas actividades como ir a trabajar, la crianza de nuestras hijas e hijos, hacer las compras, cocinar, regar las plantas, tomar unos mates, juntarse con amigos, salir a caminar, leer un libro… esta realidad es real. Mientras, en el país, otras y otros, viven sus realidades reales, con sus problemas y alegrías; mucha gente hoy está sufriendo la pérdida de trabajo, la pérdida de su poder adquisitivo, por poquito que fuera otrora, se está yendo a vivir de vuelta a la casa de sus progenitores porque el sueldo no banca un alquiler. Otros sectores volvieron a las changas. Otros, a revolver la basura. Otros a comprar autos importados y yates, sin pagar un solo impuesto. ¿El mundo está patas arriba o soy yo?

Este es el contexto que hoy vivimos, en su diversidad, en su complejidad. La realidad real de otros, podemos verla en la calle, o en pantallas audiovisuales (televisión, redes sociales, radios, diarios digitales). Ese conjunto de medios está regulado para que no puedan ocultar las realidades diversas, está regulado para que garanticen un DERECHO UNIVERSAL: a la comunicación, a la libre expresión y al acceso a la información (¿Sabía Usted que tiene esos derechos?). Esa regulación se realizaba mediante un organismo creado a partir de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (conocida como la Ley de Medios). Esa ley fue debatida en cada rincón del país, con aportes plurales de todos los sectores… Fue ejemplo en el mundo, por la posibilidad de ampliar el espectro comunicacional para que más voces se sumaran a contar las realidades. El organismo contemplado en dicha letra, se llamaba AFSCA (Agencia Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual) y no dependía del Poder Ejecutivo, sino que debía ser comandado como organismo autónomo y autárquico, incluyendo la designación de su Directorio, para garantizar que las políticas comunicacionales no puedan ser intervenidas de manera directa por el gobierno de turno, pero también para garantizar la participación de sector público, privado y social (organizaciones civiles, pueblos originarios, iglesias, instituciones educativas, culturales, gremios, entre otras).

En diciembre de 2015, mediante Decreto presidencial, se modificó la Ley de Medios, llevando a la órbita del gobierno las decisiones sobre qué, cómo, quién, por dónde, a quién se dirigen los discursos mediático. Así se modificó la voluntad popular, plasmada en la letra de una ley sumamente sensible; sensible por los intereses económicos que toca, por los derechos inalienables que puede vulnerar, y porque de esa forma el gobierno tiene la potestad, autoimpuesta mediante decreto, de generar cambios desde sutiles hasta groseros en las instituciones de servicio de comunicación audiovisual. El nuevo órgano se llama ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones). En su página oficial se describe como: “ente autárquico y descentralizado que funciona en el ámbito del Ministerio de Modernización de la Nación. Su objetivo es conducir el proceso de convergencia tecnológica y crear condiciones estables de mercado para garantizar el acceso de todos los argentinos a los servicios de internet, telefonía fija y móvil, radio, postales y televisión. Enacom fue creado en Diciembre del 2015 a través del Decreto 267 en el cual se establece su rol como regulador de las comunicaciones con el fin de asegurar que todos los usuarios del país cuenten con servicios de calidad.” Claramente las funciones cambiaron: desde un paradigma de derechos, de inclusión, de construcción participativa, como pilares de la vida democrática de los pueblos, hacia la creación de condiciones estables para los mercados… Respecto a la función de ‘garantizar el acceso de todos los argentinos a los servicios de internet, telefonía fija y móvil, radio, postales y televisión’, sólo hemos visto retrocesos en estos dos años, y la posibilidad a empresas privadas para fusionarse y convertirse en oligopolios que difunden un discurso único, reiterativo, simplificado de la realidad, que responde a intereses económicos y políticos (entre los que hacen negociados, de los cuales, por supuesto, no nos enteramos por los medios de comunicación, porque ellos son los protagonistas).

En fin. Hoy. Diciembre de 2017. Dos años ya del decretazo. El primero del gobierno de Mauricio Macri. Sigue la embestida, pero le toca los trabajadores de la exAFSCA, actual ENACOM. El plan es dejar afuera a 700 trabajadores/as de este sector (de un total de 2700 en todo el país), con la paradoja de que en los últimos dos años han ingresado 700 empleados/as. Ya han sido desafectados de sus funciones más de 300 personas. Por eso, durante diciembre están sosteniendo un plan de lucha, que incluye también a una prestigiosa e histórica institución de formación en radiodifusión: ISER, el cual cuenta con más de 40 trabajadorxs despedidos, dejando acéfalas áreas vitales para su funcionamiento, poniendo en grave peligro la continuidad del dictado de clases y el ciclo lectivo 2018.

Alejandro Tsusinsky, delegado general de ATE ENACOM – ISER, aseguró: “Este Gobierno nos quiere  en la calle porque la única intención es destruir el organismo. Los despidos son una continuidad de lo que arrancó la administración de Mauricio Macri a poco de asumir cuando fue intervenido el AFSCA”. Dentro de esta primera tanda de despedidos se encuentran trabajadores/as de planta con más de 25 años de antigüedad, así como también empleados contratados que, por su condición precaria, no gozarán del derecho a una indemnización.

El FORO ARGENTINO DE RADIOS COMUNITARIAS (FARCO, del cual somos parte) plantea que “Como sujetos directos de algunas de las políticas públicas que se implementan o deberían implementarse desde este organismo, además, aseguramos que muy lejos de “sobrar” trabajadores y trabajadoras como pretende instalar el discurso oficial, es necesario más personal para saldar las deudas e implementar el fomento que establece la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual vigente, en tiempos y formas lógicas y acordes a la realidad del sector.” El 33% del espectro radiofónico debería ser para el tercer sector, y para el desarrollo de esta franja que es la que menos recursos tiene para sostenerse como medios de comunicación, es que son necesarias políticas de promoción, de sustento, de capacitación, de pauta oficial, de equipamiento, de articulaciones institucionales, entre otras políticas que debería promover el actual ENACOM.

Así, el 33% privado se fortalece, se solidifica, se entrama con el 33% público (ambos promoviendo los mismos contenidos, mediante una restructuración de operadores de cable, de internet, de televisión digital abierta, de licencias de radios y televisoras, mediante la incorporación de capitales extranjeros en el sistema de medios que son parte de las grandes cadenas mundiales que dominan la comunicación a nivel global).

Alejandro Tsusinsky, secretario general ATE ENACOM ISER, en la Asamblea durante la toma pacífica del ENACOM explicó que “pelearemos por todos los puestos de trabajo. Queremos un ENACOM que esté al servicio del pueblo y no de los grandes medios de comunicación. Un ENACOM en los territorios, que sirva para regular y fiscalizar las comunicaciones. La única manera es con los trabajadores en sus puestos”. Como en los 90, claramente se busca  que la soberanía del espectro radial quede en manos de empresas privadas. Desconociendo su uso social: Control radioeléctrico de los radares de las antenas de los aeropuertos del país.  Funciones indelegables del Estado.

“Es un monstruo y pisa fuerte” dice León Gieco. Y nosotros seguimos dando batalla, para garantizar los derechos a la comunicación, al acceso a la información y a la libre expresión. Por eso seguimos apostando, cada vez con mayor certeza, a que el camino de la consolidación de nuestra vida democrática requiere medios de comunicación que promuevan un pensamiento crítico, que generen participación real, respeto por las diversidades, y que sobre todo, sean un lente que refleje las realidades diversas, que no las oculte, que nos haga chocar con nuestras propias contradicciones. No es fácil. Solemos decir desde La Mosquitera: “para que los ideales de una humanidad mejor, nunca dejen de hablarnos”.

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